Defraudadores a domicilio
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Son casi las 02:00 am y como siempre, me resulta difícil conciliar el sueño. Estaba a punto de apagar la computadora, cuando tocan a la puerta desesperadamente... mmm... ¿a las 2:00 am? Vaya... es extraño. Abro la puerta pensando en mil cosas, digo, ¡nadie llama a la puerta a esa hora!
Era un señor pelón, de bigote, de unos 40 años, que me pedía disculpas por tocar a esa hora pero aseguraba que vivía en la calle de atrás y me decía sollozando que su hija de 8 meses había sufrido una caída y había tenido que llevarla de urgencia al Hospital Tercer Milenio, de donde la trasladaron al Hospital Hidalgo. Con angustia, me explicaba que prácticamente había liquidado los servicios del Hospital, pero que aún le faltaban 180 pesos. Según él, me ofrecía dejarme lo que quisiera en prenda, una televisión, las llaves de su coche... Sin embargo, el señor no contaba con dos cosas: una, que estos días he estado particularmente pobre (las secuelas del viaje a Europa todavía pesaron esta quincena) y dos, que suelo ser muy desconfiado con la gente que pide dinero sea cual sea el motivo. Justo le expliqué que en verdad no podía ayudarlo (y de verdad no podía), cuando me dio las gracias y se fue. Unos metros más adelante, se encontró con una camioneta que circulaba por aquí y al parecer con el conductor tuvo más éxito... y siguió su camino calle abajo, sin duda buscando esos 180 pesos que permanentemente le harían falta.
Cerré la puerta y escucho a mi mamá, quien se despertó con los golpes a la puerta, que dice:
Esa es la historia ocurrida hace unos minutos. Me quedo sin palabras ante tal desfachatez.
Consideraciones ante esto:
1. En un caso así, si uno no cuenta con dinero hay un área de Trabajo Social en todos los hospitales en donde se puede hacer algo para solucionar el problema. Digo, creo que en ningún lugar le van a deshacer las curaciones si no paga. Tan solo se negocia, y punto.
2. Creo que ante un problema médico, una vez superada la emergencia y tan solo enfrentando el problema del pago, se recurre a la familia o a los amigos, un préstamo en el trabajo o hasta el empeño de bienes para salir del asunto. Francamente veo improbable que uno organice una colecta express entre desconocidos.
3. Uno recurre a los vecinos en todo caso al momento de la urgencia médica. En caso de que la historia del señor histrión hubiera sido cierta y hubiese requerido el traslado al Hospital, sin dudarlo un segundo lo hubiera llevado. En serio.
4. Los defraudadores "trabajan" a doble turno... y son capaces de inventar hasta el secuestro de su propia madre por parte de extraterrestres con tal de lograr la conmiseración de la gente para obtener dinero.
5. ¡Estoy hasta el keke de la gente que nos quiere transar! Uno ya no sabe ni cuándo puede ser cierto y se corre el riesgo de ignorar y no apoyar a gente que de verdad necesita ayuda. Todo por estos haraganes que nos hacen ser cada vez más desconfiados. En fin. !Cuidadito con estos sujetos!
Era un señor pelón, de bigote, de unos 40 años, que me pedía disculpas por tocar a esa hora pero aseguraba que vivía en la calle de atrás y me decía sollozando que su hija de 8 meses había sufrido una caída y había tenido que llevarla de urgencia al Hospital Tercer Milenio, de donde la trasladaron al Hospital Hidalgo. Con angustia, me explicaba que prácticamente había liquidado los servicios del Hospital, pero que aún le faltaban 180 pesos. Según él, me ofrecía dejarme lo que quisiera en prenda, una televisión, las llaves de su coche... Sin embargo, el señor no contaba con dos cosas: una, que estos días he estado particularmente pobre (las secuelas del viaje a Europa todavía pesaron esta quincena) y dos, que suelo ser muy desconfiado con la gente que pide dinero sea cual sea el motivo. Justo le expliqué que en verdad no podía ayudarlo (y de verdad no podía), cuando me dio las gracias y se fue. Unos metros más adelante, se encontró con una camioneta que circulaba por aquí y al parecer con el conductor tuvo más éxito... y siguió su camino calle abajo, sin duda buscando esos 180 pesos que permanentemente le harían falta.
Cerré la puerta y escucho a mi mamá, quien se despertó con los golpes a la puerta, que dice:
- "Hijo, que bueno que no le diste nada"...
- A caray, ¿porqué mamá?
- "Pues porque ese señor ya ha venido otras veces. Es un señor pelon de bigote, ¿verdad?"
- Si mamá, es él.
- "Ah pues ya ha venido, también de madrugada, con otras historias. La otra vez dijo que su hermano había muerto y necesitaban pagarle a la funeraria".
Esa es la historia ocurrida hace unos minutos. Me quedo sin palabras ante tal desfachatez.
Consideraciones ante esto:
1. En un caso así, si uno no cuenta con dinero hay un área de Trabajo Social en todos los hospitales en donde se puede hacer algo para solucionar el problema. Digo, creo que en ningún lugar le van a deshacer las curaciones si no paga. Tan solo se negocia, y punto.
2. Creo que ante un problema médico, una vez superada la emergencia y tan solo enfrentando el problema del pago, se recurre a la familia o a los amigos, un préstamo en el trabajo o hasta el empeño de bienes para salir del asunto. Francamente veo improbable que uno organice una colecta express entre desconocidos.
3. Uno recurre a los vecinos en todo caso al momento de la urgencia médica. En caso de que la historia del señor histrión hubiera sido cierta y hubiese requerido el traslado al Hospital, sin dudarlo un segundo lo hubiera llevado. En serio.
4. Los defraudadores "trabajan" a doble turno... y son capaces de inventar hasta el secuestro de su propia madre por parte de extraterrestres con tal de lograr la conmiseración de la gente para obtener dinero.
5. ¡Estoy hasta el keke de la gente que nos quiere transar! Uno ya no sabe ni cuándo puede ser cierto y se corre el riesgo de ignorar y no apoyar a gente que de verdad necesita ayuda. Todo por estos haraganes que nos hacen ser cada vez más desconfiados. En fin. !Cuidadito con estos sujetos!
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- RDE
- Luchador enmascarado y vendedor de pitayas. Aficionado al cine, a la música y a las cochinaditas tecnológicas.
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