Tocando fondo
Hace ya algunos meses, posteaba por aquí la historia de una amiga inmersa en una relación bastante complicada, donde los celos y el control de su pareja eran algo cotidiano.
Ha pasado el tiempo y esa relación continúa, llegando cada vez a puntos más críticos y peligrosos: grabación de llamadas, prohibición de salidas, intervención de correos electrónicos y sus respectivas palizas en caso de no acatar las ‘reglas’. La pregunta es, ¿porqué una persona puede llegar a tolerar vejaciones para sostener una relación? y otra, ¿hasta dónde deben las amistades intervenir en el caso?
Repasando un poco el caso, ella es una profesionista talentosa, joven, con un buen nivel de vida y un trabajo importante. Físicamente muy atractiva y de carácter amable.
Su pareja, un hombre de unos 45 años, casado, radicado en otra ciudad y con un carácter explosivo y (sobra decirlo) posesivo. Causante de múltiples destrozos en casa de ella y acostumbrado a protagonizar desplantes en público. Alguna cualidad debe tener para apoyar su descripción, probablemente en su profesión sea destacado, no lo sé.
Entre sus reglas impuestas, está lo que sería en la práctica un ‘toque de queda’. El la llama a su casa a horas aleatorias de la tarde y noche, para asegurarse que esté guardada y sin visitas (así sean amigas o familiares). En caso de que por alguna razón se encuentre fuera de casa, dispone de 30 minutos para regresar, ya que si no atiende la llamada en casa se puede enfrentar a serios problemas en la próxima visita de su… mmm… ¿novio?, el cual ante su familia argumenta viajes de trabajo a Aguascalientes.
Su correo electrónico es revisado por él; ingresa a cualquier hora del día a su MSN para comprobar que no tenga contactos ‘no autorizados’, llegando al grado de entablar conversaciones en nombre de ella, para saber de qué habla con las personas.
Sus facturas telefónicas son objeto de revisión, y por alguna inexplicable situación, él sabe perfectamente qué visitas recibe en casa, a pesar de vivir en otra ciudad. ¿cómo? Mmm… ¿el vigilante de la caseta de acceso al fraccionamiento donde ella vive, podría responder a ello? caray.
Esta situación duele, porque es mi amiga desde hace muchos años y nunca la había visto inmersa en una situación así.
Duele por no saber cómo proceder, porque ni siquiera permite que se le ayude, porque tan mal sabe que están las cosas, que agacha la mirada y evade el tema.
Duele porque ya no puedo verla. Quiero a mi amiga de regreso…
Autor de las fechorías
- RDE
- Luchador enmascarado y vendedor de pitayas. Aficionado al cine, a la música y a las cochinaditas tecnológicas.
Cajón de tiliches