Inglaterra.

Fueron catorce días inolvidables; Londres, Barcelona y Amsterdam, las ciudades que tuve la fortuna de visitar y que ahora guardo como una experiencia fantástica. El viaje a Londres fue largo y con un pequeño contratiempo acontecido en Toronto, en el aeropuerto Pearson, donde tuve que pasar una larga aduana después de que los oficiales de Migración preguntaron por mi destino, al cual respondí "London", remitiéndome entonces a una larga fila, donde después de media hora de espera y tras responder unas cuantas preguntas y exhibirles las libras esterlinas que tenía en mi poder, llegaron a la conclusión de que yo me dirigía a London, England, no a London, Canadá... carajo, yo en la vida me hubiera imaginado que existía un Londres canadiense, pero ni modo. Superado ese malentendido, pude transbordar y llegar despues de algunas horas más a la capital británica. Cosa de los husos horarios y las distancias, pero el caso es que abordé el avión a las 10:00 am en Toronto y llegué a las 9:20 de la noche a Inglaterra...
Ya en suelo británico y tras ser recibido por mi amiga mexicana (abrazos bella!!!) que reside en aquellos lares, nos dirigimos a su domicilio y en la mañana siguiente estábamos listos para iniciar el tour.
El primer día, abordamos el autobús turístico, el cual hizo un recorrido que tocó los puntos más emblemáticos de la ciudad; la Torre de Londres, el palacio de Buckingham, el Big Ben, la catedral de St. Paul, Trafalgar Square, el London Bridge y otras tantas cosas interesantísimas.
El recorrido permite también apreciar en todo su esplendor la magia de la ciudad, el encanto de sus antiguas edificaciones y la modernidad de sus nuevas construcciones, sus calles angostas, sus elegantes taxis negros y los famosos autobuses rojos de dos niveles, sin olvidar ese verdor tan característico de sus prados. En suma, recorrer Londres es un placer que se disfruta enormemente. Definitivamente Samuel Johnson sabía lo que decía cuando afirmó que "When a man is tired of London, he is tired of life; for there is in London all that life can afford."
En Londres es sencillo encontrar un buen lugar donde beber una cerveza. Despúes de las 5 de la tarde, es fácil observar los pubs abarrotados por gente que tiene la bonita y sana costumbre de consumir alcohol con sus amigos o compañeros de trabajo al terminar su jornada (deberíamos hacer esto más seguido en México, ¡el ambiente laboral mejoraría muchísimo!) . Uno de los pubs que visitamos fue el Waxy O'Connor's, un lugar estupendo cuya característica principal es contar con un árbol en su interior, que le brinda un entorno muy cálido y acogedor, ¡uno de verdad se siente una especie de gnomo irlandés!; el servicio es bueno y los precios no son tan descabellados. Bueno, en realidad todos los precios en Londres son exorbitantes, pero para los parámetros de la ciudad los precios del Waxy no son tan elevados, creo.
Tuvimos también la oportunidad de visitar el poblado de Windsor, colindante con Eton, famosa por albergar al colegio del mismo nombre. Windsor es un lugar encantador, sumamente bonito, impecablemente limpio y con un paisaje de ensueño: un castillo (sede de la familia real), el río Támesis, patos, cisnes, tiendas exclusivas, restaurantes, calles empedradas, etc. Un sitio sencillamente espectacular.
En otro post les comentaré algunas cosillas que vivimos en Amsterdam y en Barcelona.

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