Pequeñas incongruencias

Terminaron las fiestas decembrinas, y con ello la ciudad vuelve poco a poco a su vida cotidiana. Los adornos en las casas y calles son retirados y guardados por los próximos once meses, en espera de la próxima temporada navideña.
Uno de las atracciones de temporada que se resiste a morir es la pista de hielo que el Ayuntamiento de Aguascalientes instaló en la plancha del primer cuadro de la ciudad, donde todavía a mediados de enero se puede ver trabajando con normalidad.
Debo decir que desde mi muy particular punto de vista, la instalación de dicha pista me parece una buena idea, ya que no todas las personas tienen acceso a una de ellas; recordemos que en esta ciudad ni siquiera hay una instalada de manera fija. Sin embargo, sinceramente me parece que la ubicación no es del todo buena ya que descompone abruptamente la belleza arquitectónica de la plaza principal, que es donde está montada. Recuerdo otras navidades, donde el primer cuadro lucía muy bonito con una discreta iluminación en los palacios y un arbolito por ahí acomodado. Esta vez, entre la pista, los puestos de hot dogs, de tacos, de ropa, el establo -con becerros, chivas, gallinas, etc-, el globo aerostático y la gran cantidad de gente que acude a realizar sus compras al centro en esa temporada, le daban al primer cuadro un aspecto de kiosko de pueblo bastante caótico.
Creo que la instalación de atracciones gratuitas no está peleada con el más elemental orden, ni con la conservación de la estética urbana. La pista bien se pudo haber colocado en el Jardín de los Palacios, o en cualquier otro punto sin afear el corazón de la ciudad. El centro de Aguascalientes no es el Zócalo de la Ciudad de México, donde si quisieran podrían levantar una plaza de toros y les sobraría espacio. La pista terminó siendo una instalación fea, sucia y ruidosa.
El título del post viene a colación por una simple observación. En el Jardín de los Palacios, se colocó un arbolito ecológico, el cual servía como depósito de envases PET para su reciclaje, incluso estaba adornado por esferas elaboradas a mano por niños con materiales de desecho e iluminado por celdas solares. 100% ecológico el arbolito. Perfecto. Pero a solo unos metros de ahí, el tremendo contraste: una pista que todo el día derrama agua (del deshielo), que desde la mañana hasta entrada la noche generaba un ruido excesivo producto de la música, y que además funcionaba permanentemente con una enorme planta eléctrica de gasolina que por cierto, generaba también contaminación auditiva gracias a sus potentes motores, funcionando día y noche. Creo que el contraste salta a la vista.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

tssss

Onésimo Flores dijo...

De acuerdo. Grandes incongruencias.