'Vamos ganando', ¿verdad, mi presi?

Ilustración: Hernández

Hace más de un año, le puse 'pausa' a este blog; en ese momento el país entraba en una vorágine violenta como nunca la habíamos visto, y en este espacio se comentaron numerosos episodios dramáticos que fueron mermando poco a poco nuestra capacidad de asombro, pulverizando la ya de por sí pobre sensación de seguridad que teníamos en las calles y convirtiendo al país en un estado fallido, colapsado y completamente rebasado por su problemática ante los ojos de propios y extraños.
Hoy las cosas no han mejorado en absoluto. Las noticias dan cuenta un día sí y otro también de ejecuciones, enfrentamientos y los desgastados discursos de Calderón 'repudiando' los hechos y retando, engallado, a esa 'ridícula minoría' (como él la califica) que asola el país.
Lo dije hace dos años, lo repetí hace uno y ahora insisto en ello: El Presidente se equivocó terriblemente en su estrategia contra el crimen, optó por la fuerza sobre la inteligencia y el baño de sangre salta a la vista. Miles de muertos (muchos de ellos policías, militares, sus familiares y hasta gente que tuvo el infortunio de pasar por un lugar inoportunamente), caída del turismo, inversiones y lo peor de todo, es que nos robaron la tranquilidad con la que vivíamos.
Creo que nadie está en contra de que se combata al crimen organizado, pero no se le contendrá con desfiles militares en nuestras calles, sino con una real y exhaustiva labor de investigación que permita golpearles económicamente; en lugar de ello el gobierno decidió enfrentarse a tiros y a diario se paga la cuota por esa decisión.
Lamentablemente, Calderón sabe que no hay vuelta atrás. Ni las circunstancias ni su orgullo le permitirán cambiar el rumbo de sus políticas de combate al narco y seguiremos leyendo a diario cómo continúan cayendo criminales y policías, escucharemos en la radio reportes de balaceras en tal y cual lugar, veremos en televisión noticias sobre granadas, cuerpos y demás atrocidades, por lo menos hasta que termine el sexenio y con él, se renueven las estrategias de seguridad pública.
Nos queda esperar y perder el tiempo con otros temas, de momento tenemos a César Nava y Patylu y a Cabañas como recursos perfectos para tener ocupados a los mexicanos.

Tocando fondo

Hace ya algunos meses, posteaba por aquí la historia de una amiga inmersa en una relación bastante complicada, donde los celos y el control de su pareja eran algo cotidiano.
Ha pasado el tiempo y esa relación continúa, llegando cada vez a puntos más críticos y peligrosos: grabación de llamadas, prohibición de salidas, intervención de correos electrónicos y sus respectivas palizas en caso de no acatar las ‘reglas’. La pregunta es, ¿porqué una persona puede llegar a tolerar vejaciones para sostener una relación? y otra, ¿hasta dónde deben las amistades intervenir en el caso?
Repasando un poco el caso, ella es una profesionista talentosa, joven, con un buen nivel de vida y un trabajo importante. Físicamente muy atractiva y de carácter amable.
Su pareja, un hombre de unos 45 años, casado, radicado en otra ciudad y con un carácter explosivo y (sobra decirlo) posesivo. Causante de múltiples destrozos en casa de ella y acostumbrado a protagonizar desplantes en público. Alguna cualidad debe tener para apoyar su descripción, probablemente en su profesión sea destacado, no lo sé.
Entre sus reglas impuestas, está lo que sería en la práctica un ‘toque de queda’. El la llama a su casa a horas aleatorias de la tarde y noche, para asegurarse que esté guardada y sin visitas (así sean amigas o familiares). En caso de que por alguna razón se encuentre fuera de casa, dispone de 30 minutos para regresar, ya que si no atiende la llamada en casa se puede enfrentar a serios problemas en la próxima visita de su… mmm… ¿novio?, el cual ante su familia argumenta viajes de trabajo a Aguascalientes.
Su correo electrónico es revisado por él; ingresa a cualquier hora del día a su MSN para comprobar que no tenga contactos ‘no autorizados’, llegando al grado de entablar conversaciones en nombre de ella, para saber de qué habla con las personas.
Sus facturas telefónicas son objeto de revisión, y por alguna inexplicable situación, él sabe perfectamente qué visitas recibe en casa, a pesar de vivir en otra ciudad. ¿cómo? Mmm… ¿el vigilante de la caseta de acceso al fraccionamiento donde ella vive, podría responder a ello? caray.
Esta situación duele, porque es mi amiga desde hace muchos años y nunca la había visto inmersa en una situación así.
Duele por no saber cómo proceder, porque ni siquiera permite que se le ayude, porque tan mal sabe que están las cosas, que agacha la mirada y evade el tema.
Duele porque ya no puedo verla. Quiero a mi amiga de regreso…