El país de los absurdos

Debemos decirlo: México es un país sumamente peculiar. Sabemos que muchas de las cosas que nos ocurren difícilmente pasarían en otros lugares, pero aquí se tornan cotidianas y aprendemos a vivir con ellas, tomándolas como algo natural, o simplemente como parte de nuestra cultura, pero... ¿de verdad esto tiene que ser asi?
A veces quisiera enjuagarme los ojos y mirar nuestra realidad sin esa contaminación acumulada a lo largo de tantos años de indiferencia.
Basta encender la radio, la televisión u hojear algún periódico para darnos cuenta de la gravedad de las cosas y lo poco que hacemos para contrarrestarlas. En nuestro país la gente prefiere no saber, no enterarse, y por consecuencia no actuar. Es poca la gente que lee, y más poca aún la que puede formarse un criterio ajeno al establecido por los medios masivos. La televisión y la radio construyen ideas que no se distinguen precisamente por su objetividad, y alimentan con ellas la opinión pública. Y así, entre información distorsionada, un gobierno rebasado, un sistema educativo mediocre y una sociedad apática, se forma un caldo de cultivo muy peligroso que augura un futuro no muy brillante para nuestro país.
Veamos un ejemplo: durante la reciente visita del presidente francés Nicolás Sarkozy, la agenda binacional fue eclipsada por el asunto de Florence Cassez, a quien los medios han dedicado especial atención. Ahora pensemos en que Florence se llamara Juana María y fuese ecuatoriana, por ejemplo. Sinceramente, ¿los medios le brindarían la misma cobertura?
Tendría seguramente la misma desatención que han tenido con otra mujer en una situación similar -en esencia- que la de la francesa, y me refiero a Jacinta Francisco Marcial, vendedora de aguas frescas de tianquis que fue acusada del secuestro de seis agentes federales (????) y sentenciada a 21 años de prisión por dicho delito. Perdón, pero en este punto solo se me ocurren palabras que suenan mejor pronunciadas que escritas.
El caso de Jacinta se puede consultar aquí, y es una de esas situaciones tan ridículas e inverosímiles que cuesta trabajo pensar que puedan suceder en alguna otra parte del mundo.
Pero lástima, ella es pobre, es indígena y por si fuera poco, no es blanca y delgadita como la Cassez. Su caso no vende periódicos ni atrae audiencias televisivas.
Otro de los emblemas del mexicanismo corrupto y valemadrista son nuestros políticos. Sí, los mejores pagados del mundo. Los que pueden hacer y deshacer por el fuero. Aquellos para los que la austeridad no existe y que ejercen el "servicio público" como una rica veta para toda clase de prebendas, relaciones y negocios. Lo dicho, los políticos son un pesado lastre para el desarrollo de la nación, en lugar de ser sus potencializadores, que es lo que se supone que deberían ser. Son la piedra angular de la corrupción y podemos darles un muy buen crédito por la situación actual del país. ¿Qué necesitamos? Nuevas generaciones de políticos. Reinventar en sí las estrategias de gobierno. Transparentar procedimientos e instituciones, y que quienes arriben a la gestión pública lo hagan para servir, y no para servirse. Ay, suena tan bonito, y al mismo tiempo tan lejano.
Y bueno, no podemos dejar de tocar el tema del circo. Las televisoras produciendo basura a granel, la radio programando auténticas porquerías, los gobiernos gastando millonadas en apoyar espectáculos mediocres y escatimando recursos a otras causas socialmente útiles, una selección nacional de futbol que desprecia sistemáticamente a su afición y juega de local en los Estados Unidos, entre otras linduras por el estilo.
En suma ¿qué carajos nos pasa?
Es tiempo de despertar, no hablo de una revuelta armada, pero sería bueno un golpe de timón en el rumbo de nuestro país. Necesitamos que la gente lea, se informe, construya criterios, que se queje pero que también proponga. Que ya no se deje atropellar, y que cambie lo que se tenga que cambiar. Es tiempo.