Fuerza sobre inteligencia
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... o el fracaso de la campaña federal
La estrategia gubernamental de combate al narcotráfico día a día da muestras de su inoperancia; pareciera que únicamente se ha logrado agitar el avispero y con ello provocar un baño de sangre nunca antes visto. Lo mismo en Nuevo León, que en Sinaloa, Tabasco, Guerrero, Jalisco... la narcoviolencia y sus secuelas dejaron de estar focalizadas y el fenómeno se ha dispersado a lo largo y ancho de la geografía nacional.
Es evidente la falta de viabilidad de la estrategia asumida por Calderón, basada en utilizar al Ejército como fuerza de choque frente a veloces, equipadas y bien entrenadas células de sicarios, lo que convierte esta batalla en una auténtica guerra de guerrillas, lo que naturalmente disminuye la eficacia de las grandes movilizaciones militares; así, los enormes convoys carecen de la movilidad con la que operan las bandas armadas, que siguen realizando su "trabajo" sin importar la aparatosa presencia castrense, por el contrario, la violencia sigue en escalada en un abierto desafío al gobierno.
El camino optado por Calderón es el más complicado, sangriento e improductivo que se pudo haber tomado. Será, como el mismo lo reconoció, costoso en vidas y en dinero. Sin embargo, debemos de preguntarnos si esta guerra podrá terminar y si efectivamente se podrán erradicar los cárteles de este país, máxime que como se ha visto, el narco parece una hidra de mil cabezas.
¿Qué hubiera sido mejor?
Es difícil saberlo, pero creo que una sólida tarea de inteligencia, con intervenciones "quirúrgicas" por parte de grupos especiales, tanto del ejército como de las corporaciones policiacas, hubiera rendido mejores resultados y la derrama de sangre sería mucho menor. Dar golpes certeros, específicos. Con la estrategia actual, de nada sirve capturar a distribuidores de poca monta, a gatilleros, mandos medios... siempre habrá quien ocupe esos lugares, de modo que el monstruo de las mil cabezas nunca se quedará sin alguna de ellas.
La estrategia gubernamental de combate al narcotráfico día a día da muestras de su inoperancia; pareciera que únicamente se ha logrado agitar el avispero y con ello provocar un baño de sangre nunca antes visto. Lo mismo en Nuevo León, que en Sinaloa, Tabasco, Guerrero, Jalisco... la narcoviolencia y sus secuelas dejaron de estar focalizadas y el fenómeno se ha dispersado a lo largo y ancho de la geografía nacional.
Es evidente la falta de viabilidad de la estrategia asumida por Calderón, basada en utilizar al Ejército como fuerza de choque frente a veloces, equipadas y bien entrenadas células de sicarios, lo que convierte esta batalla en una auténtica guerra de guerrillas, lo que naturalmente disminuye la eficacia de las grandes movilizaciones militares; así, los enormes convoys carecen de la movilidad con la que operan las bandas armadas, que siguen realizando su "trabajo" sin importar la aparatosa presencia castrense, por el contrario, la violencia sigue en escalada en un abierto desafío al gobierno.
El camino optado por Calderón es el más complicado, sangriento e improductivo que se pudo haber tomado. Será, como el mismo lo reconoció, costoso en vidas y en dinero. Sin embargo, debemos de preguntarnos si esta guerra podrá terminar y si efectivamente se podrán erradicar los cárteles de este país, máxime que como se ha visto, el narco parece una hidra de mil cabezas.
¿Qué hubiera sido mejor?
Es difícil saberlo, pero creo que una sólida tarea de inteligencia, con intervenciones "quirúrgicas" por parte de grupos especiales, tanto del ejército como de las corporaciones policiacas, hubiera rendido mejores resultados y la derrama de sangre sería mucho menor. Dar golpes certeros, específicos. Con la estrategia actual, de nada sirve capturar a distribuidores de poca monta, a gatilleros, mandos medios... siempre habrá quien ocupe esos lugares, de modo que el monstruo de las mil cabezas nunca se quedará sin alguna de ellas.
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- Luchador enmascarado y vendedor de pitayas. Aficionado al cine, a la música y a las cochinaditas tecnológicas.
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