Las calles de rojo

¿Hasta cuando? ¿Hasta cuándo tendremos calles seguras en México? Es aterrador conocer semana a semana terribles accidentes provocados, casi siempre, por personas sin escrúpulos que se ponen al volante en estado de ebriedad. Hace apenas unos días, registramos la tragedia ocasionada por un grupito de adolescentes estúpidos que, en su intento de escapar de la policía, impactaron su camioneta contra un auto que circulaba en condiciones normales y acabaron en un instante con la vida de una madre y su pequeño de tres años. Unos cuantos días después, otro adolescente ebrio perdió el control de un vehículo y las dos jovencitas que lo acompañaban murieron en el acto, al partirse en dos el auto tras impactarse con un árbol.
Ahora, en el caso más reciente, un conductor alcoholizado tiene la ocurrencia de pasarse un semáforo en rojo, a exceso de velocidad, y acaba con la vida de una niña de 9 años, que cruzaba la calle. El conductor, de nombre Sergio Carmona Torres, intentó escapar, pero fue seguido por un par de taxistas que lograron su detención, pero es frustrante saber que con una fianza en pocos días saldrá libre (si no es que ya lo está). El muy imbécil, lejos de frenar su marcha, aceleró para darse a la fuga, arrastrando consigo a su víctima por más de 20 metros. Al momento que arribaron los paramédicos, la niña aún presentaba signos vitales, pero desgraciadamente murió a los pocos minutos. Probablemente, si el cafre estúpido se hubiera detenido al momento del impacto, hubiera sido otra la historia que estaríamos contando.
Pero el hubiera no existe, y lo que sí existe, y en mucha cantidad, son los conductores irresponsables que, sin ningún respeto por la vida ajena (y la de ellos), salen a las calles a exponer la integridad de todos los que tienen la desgracia de cruzarse por su camino.
Esto es un problema mayúsculo, donde toda la sociedad forma parte. Esa falta de cultura vial, esa inconsciencia de tomar el volante en condiciones inadecuadas, la nula vigilancia de las autoridades, la ausencia de castigos ejemplares en la legislación actual para quien se atreva a manejar alcoholizado, en fin, son muchos factores que provocan que semana a semana las calles se tiñan de rojo, y lo peor, con sangre inocente en muchos, muchos casos.
Un dato para reflexionar: los tan sonados alcoholímetros, adquiridos por el gobierno municipal hace algún tiempo, siguen sin usarse, gracias a los grupúsculos pseudo-sociales que de inmediato alegaron que su aplicación era violatoria de los derechos humanos de los conductores (como si el resto de conductores y peatones no tuvieramos derechos), y una sarta de estupideces por el estilo, que frenaron en seco los operativos enfocados en detectar y sacar de la circulación a los borrachos al volante.
Será el sereno, pero a mí, como conductor, no me molestaría en lo más mínimo ser detenido por la policía para hacerme una revisión con el alcoholímetro, al contrario, me sentiría tranquilo y seguro de saber que la autoridad hace algo para contener a estos irresponsables. Pero no es así, los aparatos siguen almacenados en alguna bodega de la dirección de Tránsito, mientras en las calles los patanes sin escrúpulos se divierten de lo lindo ante la complacencia de todos.
¿Hasta cuándo? ¿Hasta cuándo las autoridades policiacas se van a decidir a meter orden? ¿Hasta cuándo los diputados van a tomar medidas severas para castigar sin contemplaciones a todos aquellos que ponen en riesgo la vida de los demás? ¿Hasta cuándo los dueños de los establecimientos van a hacerse corresponsables de las cantidades de alcohol que venden a sus clientes, a los mismos que les entregan su auto a la salida como si hubieran estado tomando agua de jamaica? ¿Hasta cuándo, como sociedad, como amigos, como hermanos, como parejas, vamos a permitirle tomar el volante a quien no está en condiciones de hacerlo? Por favor, reaccionemos, ¡carajo!

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