Mi primera experiencia...

Era un mundo desconocido para mí. Me habían contado maravillas, me habían dicho que era fabuloso y que una vez que lo probara, no lo podría dejar de hacer. Pero no, no, no, no... debo de confesar que no me gustó.Me refiero a Second Life y mi primera experiencia en ese mundo virtual.
Resulta que como navegante empedernido, y curioso además, decidí de una vez por todas quitarme la duda respecto a la experiencia de dar vida a un personaje e interactuar con otros.
Ingresé al sitio de Second Life (SL), donde después de registrarme y elegir durante varios minutos mi nombre y apellido virtual entre una lista de opciones bastante extravagantes para nosotros los latinos, finalmente lo conseguí, ¡tenía ya una identidad!
Acto seguido, procedí a darle una apariencia civilizada a mi personaje (avatar, según la jerga), tratando de hacerlo lo más parecido posible a mí. Francamente no me imaginaba representado por un muñequito rubio de ojos azules y larga cabellera rizada, ¡no! Bueno, el caso es que después de realizar la conversión de Región 1 a Región 4 en la apariencia de mi avatar, ingresé a la "isla" donde se reciben a los novatos, un lugar donde se pueden dar los primeros pasos en materia de aprender a caminar, sentarse y hasta volar...
Ya con el personaje ligeramente entrenado y vestido para hacer su debut triunfal en el metaverso, me topé con la primer gran pregunta que cualquier usuario de SL se hace: ¿A dónde voy? Lo primero que hice fue buscar una comunidad de habla hispana. Curiosamente, la primera "amiga" que logré era una chica inglesa, con la cual platiqué por varios minutos, hasta que le dije que era mexicano y en ese momento como que la charla decayó un poco. Quizá le pareció extraño que viviendo en un país donde solo hay cactus y burros tuviéramos acceso a SL, bueno, eso piensan todavía algunas personas sobre México, los mismos que creen que Australia está poblada únicamente por canguros y koalas y que en Sudáfrica la gente pasea semidesnuda por las calles mientras persiguen antílopes para comerlos.
Bueno... ¿en qué estaba? ah, cuando por fin encontré una comunidad mexicana aterricé en el sitio y descubrí un lugarcito donde se recreaba el Ángel de la Independencia e incluso vi por ahí la réplica virtual del periódico Excélsior... una discoteca, una taquería y algunos edificios más. Hasta un microbús estacionado. Me acerqué a la gente y pude "escuchar" (leer) sus conversaciones, y a decir verdad no encontré nada interesante. Traté de integrarme a algunas charlas, pero me aburrí rápidamente. Luego, descubrí que como en la vida misma, hay que generar dinero, el cual puede hacerse de varias formas, desde pintando paredes, hasta bailando en clubes. Bueno, ¡pagan hasta por estar sentado en ciertos negocios! Claro, la paga es ínfima y te aburres como ostra, pero en la vida real a veces pasa igual.
Otro de los métodos para ganar dinero es la especulación de terrenos. Hace unos días, leía en la prensa el caso de la primera millonaria que genera SL, la china Ailin Graef, que con un extraordinario olfato para los negocios, adquiere terrenos virtuales que posteriormente vende. Actualmente, posee una empresa en la vida real, que administra sus propiedades en SL, que según la prensa, equivalen a unos 36 km cuadrados; esta mujer se ha convertido en multimillonaria en Lindens (moneda circulante en SL), al igual que en dólares americanos, porque si bien sus clientes adquieren terrenos virtuales, sus pagos son bastante reales, de modo que la fortuna de esta avezada chinita es perfectamente tangible.
Sin embargo, reitero: para mí, SL es una gigantesca y sofisticadísima sala de chat. Y como los chat rooms nunca fueron de mi agrado, debo de confesar que mi primera experiencia con Second Life no me agradó, me aburrí horrores y fueron dos horas de absoluta pérdida de tiempo.

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