Nos lleva la... chinada

¿Qué se viene a tu cabeza al leer "Made in China"? Apuesto que al menos las palabras calidad y confianza no cruzaron por tu mente. Y no es para menos, en un país donde la imitación de todo tipo de productos de consumo se realiza sin el menor recato, afectando por igual a poderosas transnacionales y a humildes artesanos, porque ya se ha visto que los límites para la piratería china simplemente no existen.
En todo el planeta, es fácil encontrar toda clase de artículos asiáticos de bajo costo y pésima calidad, y es aún más cotidiano en países como el nuestro, donde el contrabando de mercancías es casi parte del folclore nacional; basta pasear por cualquier tianguis, mercado o andador de cualquier ciudad o pueblo y darnos cuenta de la gravedad del problema. Juguetes, baterías, ropa, calzado, artículos electrónicos y una inmensa lista de etcéteras llenan las calles y las autoridades suelen actuar tibiamente, quizá por las torpes regulaciones que requieren que la parte ofendida (las marcas originales) se querellen para que hasta ese momento, exista un delito qué perseguir. Y mientras, se siguen vendiendo millones de Ai-Pors, Poly-Stations, DVD's Panashibas, baterías SQny y Powercell, en gran medida gracias a la displicencia de los gobiernos que permiten la libre comercialización de dichas mercancías en sus propias narices. A esto, hay que sumarle otro factor importantísimo, que naturalmente recae en nosotros. Mientras sigamos privilegiando el precio sobre la calidad, el mercado seguirá inundado de piratería, y con ello, el cierre de industrias nacionales que no pueden competir con los precios de los productos asiáticos. Y no solo este tipo de industrias; según datos de la CNC, cerca de ocho millones de artesanos mexicanos están siendo severamente afectados con la introducción de "artesanías mexicanas" hechas en oriente. Según denuncian, scouts chinos examinan y toman fotografías de diversos artículos elaborados en distintas regiones del país, desde talavera poblana hasta sarapes de Saltillo, produciendo después imitaciones que son introducidas a México y se venden como nacionales. ¡Qué desfachatez!
Por si fuera poco, se tienen documentados casos como el de la cerveza Cerona (imitación descarada de la Corona), o el del pan Bimbo, donde hasta el famoso osito había sido ya copiado, solo que en este caso, los abogados de la panificadora intervinieron rápidamente y frenaron el plagio. Mención especial merece el ya muy antiguo y conocido caso de la empresa Giordon, que clonó el mismísimo logotipo del... IMSS, para vender alarmas de autos. Entre más se conocen estos casos, es que uno más se pregunta ¿dónde está el gobierno chino, que permite a sus empresas copiar sin ningún rubor cualquier marca conocida del mundo?
En síntesis: basta ya de seguir fomentando la compra de piratería. A los gobiernos les toca impedir su comercialización, y a nosotros no continuar comprando semejantes porquerías. Pero bueno, como siempre, esto no pasa de ser el blog de las utopías...

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