Annus horriblis

2006 fue un año de marcados contrastes, en todos los planos, tanto en el el ámbito local, nacional, internacional y por supuesto en el terreno de lo personal. Hay que admitir sin tapujos que no fue un buen año en todos esos contextos. Veamos:
  • A nivel local, vemos con tristeza y preocupación que la violencia se apodera poco a poco de nuestra hasta hace días apacible ciudad (la ciudad donde no pasaba nada. El oasis del centro de México. Creo que decían que ni las crisis económicas nos tocaban. Ja!). Hechos inimaginables hace hace apenas un par de meses resaltan en las páginas policiacas de los diarios aguascalentenses, lo que a todas luces nos muestra el inicio de una feroz batalla entre los cárteles de la droga por obtener esta plaza, quizá por su valor estratégico como ciudad de paso, no lo sé. Ojalá de verdad las autoridades apliquen la ley y se frene de inmediato el asentamiento del narcotráfico en nuestra ciudad.
  • En el plano nacional, otra vez el problema del narco. Nunca, jamás se había desatado en nuestro país una guerra tan atroz por el control del mercado de la droga. Con horror, vemos día a día que la ola de ejecuciones (violentísimas y cada vez con mayor saña) sacuden a la nación. A diario, decenas de policías y narcotraficantes caen abatidos por asuntos relacionados con este flagelo. Por su parte, el Estado trata de reaccionar, de manera sumamente tardía, por medio de espectaculares operativos donde de nuevo el Ejército tiene que intervenir para realizar el trabajo que por ineptitud o corrupción la policía no ha podido cumplir. Al parecer, el chaparrito-peloncito-de lentes trae la intención de actuar más decididamente que el vaquero de San Cristóbal, esperemos sinceramente que el ímpetu le dure lo bastante para lograr poner fin a la expansión del poder de los capos... hay que darle tiempo y apoyo.
  • En el ámbito internacional, la situación sigue en chino para los norteamericanos que no hallan ahora cómo demonios obtener una salida medianamente digna de la zona de conflicto iraquí, una guerra que compraron muy cara y que finalmente logró su ridículo objetivo: Derrocar el gobierno de Hussein y no solo eso, sino hasta extinguirlo físicamente, regalo concecido por el novel tribunal iraquí que aceptó sin chistar la petición de condenarlo a muerte, castigo que se cumplirá en unos días más. Carajo. Miles y miles de muertes, en ambos bandos, arrasando paupérrimos poblados y destruyendo familias, acabando con las vidas de civiles inocentes, niños, mujeres, ancianos, desarticulando completamente un país, ¿para imponerle el muy particular punto de vista americano sobre cómo vivir? Esta guerra es uno de los conflictos más absurdos que la sociedad actual ha permitido. ¿Qué seguirá? ¿Matar a todos los norcoreanos por el temor de que tengan miles de bombas nucleares ocultas (como las armas de destrucción masiva que los gringos juraban que Saddam tenía en su poder y que nunca aparecieron)? ¿Los gringos -paladines de la democracia- se atreverían siquiera a juzgar el régimen autoritario de Hu Jintao en China? ¡Jamás! Y vaya que si de gobiernos represores hablamos, los chinos no tienen nada que envidiarle a los iraquíes. Pero los gringos son perversos y muy calculadores y ni les conviene ni les interesa buscar problemas con el gigante asiático, que bien podría darle una tunda a las tropas liberadoras “pro-democráticas” norteamericanas, o en el menor de los casos, colapsar la economía mundial a la menor provocación.
  • Por último, pero no menos importante, en el plano personal, creo que fue un año de altibajos. Económicamente fue pésimo, ya que si bien hubo mucho trabajo, un esquema de trabajo disfuncional (entiéndase mala sociedad) me impedía percibir una justa retribución. Ya he tomado las medidas pertinentes para solucionarlo y el panorama se pinta mucho más claro de ahora en adelante. Sin embargo, lo rescatable es que aprendí muchísimo, desde redes y dominios hasta la construcción de sitios semánticos, pasando por algunas cuestiones de mecánica automotriz y hasta jardinería. Por lo demás, solo espero lograr un sano equilibrio entre el trabajo y mis relaciones personales las cuales son ya casi nulas. De lo contrario, consideraré seriamente el casarme con mi compu. Aunque con la de mi casa, la negra (siempre las he preferido morenas, jajaja).

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