Policía que se duerme...

En anteriores entradas, había manifestado ya mi fastidio sobre los asuntos de la violencia desmedida que se vive en nuestro país y que desde hace unos meses azota a nuestra anteriormente tranquila y pacífica ciudad. Bien, pues vemos con mucho pesar como las noticias tan desagradables y alarmantes se repiten con mayor frecuencia. Ayer fueron baleados otros dos policías municipales, uno de los cuales murió en el acto y su compañero está gravemente herido. Con esto, suman ya siete policías asesinados, de diciembre a junio, tan solo en nuestro Estado.
Sin duda, toda muerte de un ser humano es lamentable. La de un agente del orden en funciones, lo agrava. Sin embargo, sería aún más deplorable que se confirmara la versión difundida por las autoridades de que los policías estaban dormidos en su patrulla al momento de ser atacados.

En fin, otra familia más que se enluta. Como suele suceder en estos casos, la fatalidad se ensaña con los más humildes, dejando en el desamparo a inocentes.

Lo más duro de todo es reconocer que este no es el primero, ni el último de los casos. Habrá que poner especial énfasis en la capacitación que reciban los uniformados ya que en esta guerra los agentes municipales representan el eslabón más frágil de la cadena, dadas las condiciones precarias de entrenamiento, equipo y salarios con las que estos hombres salen día a día a las calles. Por otro lado, y regresando al asunto de los oficiales atacados, es terrible que ni siquiera hubieran tenido oportunidad alguna de defenderse, que si hubieran estado alertas y despiertos (como uno supone que se encuentran los policías mientras cubren su turno) probablemente hubieran estado en condiciones de repeler la agresión, o simplemente esta no se hubiera sucitado. El hampa no duerme señores oficiales, y seguramente ustedes tampoco lo harán de ahora en adelante.

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